I
“Siempre que regreso al escenario de mi infancia, me/ abruma
lo reducido de su escala”, así comienza “El amor y su contrario” (Alacena Roja,
2014). Miguel Avero reconoce en este tres líneas de lectura: La infancia, la
música y el amor. Sobre este libro nos proponemos hablar, sin embargo…
II
José María Martínez, un hombre nacido en 1969, es el
conserje de algún colegio público español y también es el autor de este libro. Esta
debería ser una reseña que no sólo haga mención a su obra, sino también a la
increíble ficción en la que vive la literatura. Observo esto: Quien me sirvió
la mesa ayer en el restaurante es el mejor narrador que conozco, sólo un
pequeño grupo de amigos lo sabe. El tipo haciendo encuestas para una
multinacional en la calle, bajo el sol, es poeta, uno que envidio. En una
oficina del centro de la ciudad, a la que me acerco para dejar mi currículo,
atiende alguien a quien respeto como lector, probablemente no hay libro que él
no sepa referenciar. Los reconozco. Reconozco en la niñera a una actriz. A
veces quisiera preguntarles, ¿qué será de esto, la vida, la
literatura, mañana si no funcionan los planes?
III
Como amigos nos reunimos a celebrar el arte, aún cansados de
la jornada laboral, nos leemos nos escuchamos nos emborrachamos y cantamos y
reímos. Y a pesar de todo este talento, desaparecerán del
panorama algunos cientos de autores que ahora conozco. Autores de todas partes.
Autores que irán convirtiéndose en figuras y currículos y nombres en un cheque
de pago. Un puñado serán al final. Sin embargo su huella permanecerá ahí. O
aquí. Y esto parecerá una pena, pero no hay tal. ¿A que no adivinas que gran
poeta te sirve el café en Chihuahua?
IV
¿Cómo se supone qué es la vida de un poeta? Como la de
cualquier otro, según parece. Las cuentas hay que pagarlas. El conserje limpia y
se ocupa del vómito en la escuela. Vuelve a casa para ocuparse del vómito en la
red… reseña, traduce, recoge las voces de los narradores muy jóvenes. Se ocupa
de hacérnoslos conocer. Se ocupa de comprar sus libros. Se ocupa de amarlos
aunque sean unos niños malcriados. ¿Y quién no lo ha sido? Se ocupa de la nueva
ola de vómito que vive la poesía.
V
José María Martínez entre otras cosas ha sido editor
musical. Actualmente colabora con los perros románticos. Reseña de manera
imparcial, aun con todo lo entusiasta que suele ser a veces, poesía de todas partes
del globo. Su trabajo de traducción es admirable. Tanto en su blog, las paradojas del conserje, como en la tribu de Frida, página de la peculiar Carmen
G. de la Cueva donde ha colaborado. Ahora participa como traductor en el
Gaviero con el recientemente editado Post-coño de la escritura estadounidense
Gabby Bess.
VI
La poesía de “El amor y su contrario” es bastante limpia, no
sé si inocente (en la forma que lo sería un niño), un cristal limpio y
transparente. No se arriesga con las metáforas, no es rimbombante, tampoco
tiene este tono seco de los autores que lee y reseña repetidamente. Tampoco es
fría y no hay crudeza o desazón por la vida. Hay una mirada a la infancia. Nada
idealista. Del niño crecido sin ilusiones. Sin embargo, con versos tan limpios
y bellos. No hay tormenta, no hay puntos oscuros. Y si los hay, son ellos sólo
sombras de los objetos realzados por sus versos.
En el tebeo de Spidermanhay dibujadauna calavera bien grandecon una vela derretida encima.Mi padre me dice que la coloreey así no me dará tanto miedo.No estoy muy convencido,y es peor cuando piensoque no puedo colorearla,porque una calavera es blanca,igual que una vela es blanca.Mi padre sonríe,coge mis lápicesy pinta la vela de azulsobre una calavera calabaza.
VII
De la forma como se escriben los versos, desde donde son
enfocados, es algo que aún no acabo de precisar (o me da miedo hacerlo). A veces te habla un niño. Lo
sientes. De unos diez años. Nada te diría del tipo maduro que los ha escrito (sin embargo lo dice todo).
Otros hablan desde el hombre invadido de música. Como un hombre de mediana edad
que aun disfruta de sentarse en la oscuridad y escuchar sus álbumes favoritos.
Debajo de la camaviveun muertopero cuando miras debajosolo hayun calzoncillo.No te engañes.El muerto estará ahítoda la nochemientras sueñas con el pulpo giganteque destruye la ciudad,con el incendio del hogardonde tu padre se asa como un pollo.Un muerto vivirábajo tu camatoda la vida.Creerás que está dormidopero un día surgirásu garra heladay te llevará con él aullandoa lo más oscuro.
Concuerdo con Miguel Avero al describir tres líneas de
lectura. Estas existen porque hay tres formas distintas de escritura. La que
Miguel llama infancia, es la que la voz del niño, una voz vivida y sensible. Los
versos son simples, sensibles, reflexivos. La musical, en la que se tocan temas
más adultos, conflictos personales, los versos son más objetivos, casi prosa.
El amor, la última línea que define el escritor uruguayo, es la más lírica, en
la que la figura, la metáfora y un ritmo mucho más delineado aparecen. Con una pulcritud
y cuidado que logran hacer eso que se supone (o me gusta suponer) que hace la poesía:
hacernos sentir la vida; hacernos sentir vivos, como un golpe en la cara; despertarnos
del letargo.
VIII
José María Marínez es el doble de Lars Von Trier. Esto me lo
hizo saber mi amiga Alexandra Espinosa.
IX
La poesía no necesita de nada
distinto a la amistad. "Si Slotkin está en lo cierto, puede que la muerte
de la institución de la amistad sea la muerte de la innovación en el
arte". Esto lo escribe Kurt Vonnegut a un amigo, 1 febrero 1951, en una
carta que recoge la editorial sexto piso y con la que prologan el libro “Mireal pajarito” del mismo autor. Kenneth Goldsmith dice que internet es un gran
poema, todos lo construimos, todos somos él.
X
Yo y mis amigos vagamos por el internet.
Yo y mis amigos cambiamos el arte. Mis amigos más que yo. Ustedes más que mis
amigos. Los amigos de sus amigos más que ustedes y yo y mis amigos. Los amigos
de sus amigos y los amigos de estos más que sus amigos y que ustedes y mis
amigos y que yo que ahora escribo esto. Se hace lo que se quiere, sólo para
divertirnos. David Meza escribió en su manifiesto: “Quiero que los poetas
tengan miedo a la inmortalidad y a la permanencia” y también escribió: “Quiero
que mi nombre sea la vida” y “Quiero que mi sexo sea la vida” y “Quiero que mi
patria sea la vida”. Y agrego: Quiero que la poesía sea la vida. Quiero que mis
amigos sean la vida. Y no me importa.
XI
“El amor o su contrario” fue
escrito por el conserje de un colegio público español. No hay nada en él que no
me haga pensar que ese hombre no sea un poeta. No hay nada distinto entre este
libro y el álbum de The Verve que ahora escucho. No hay nada que me haga pensar
que la literatura es una institución en la que sólo existes si cumples los
requisitos, si publicas y ganas los premios que hay que ganar. Nada de eso
existe.
XII
Todo termina para
volver a comenzar. “De camino a casa, me pregunto /si no habré encontrado una
nueva / función para la inútil poesía”.
el amor o su contrario from Enrique Galdú on Vimeo.
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